El viceministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jorge Rojas, confirmó que el gobierno no reconocerá los resultados de las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio, que según las autoridades venezolanas dieron como ganador a Nicolás Maduro. Rojas argumentó que persisten serias dudas sobre la transparencia del proceso electoral, lo que ha llevado a la decisión de no respaldar ningún resultado específico.
A pesar de esta postura, Colombia optará por mantener las relaciones diplomáticas con Venezuela bajo una política de «buena vecindad». Según Rojas, el cierre de fronteras y la ruptura de relaciones, como ocurrió en el pasado, no han sido estrategias eficaces para abordar las complejas dinámicas entre ambos países. El objetivo, dijo, es continuar trabajando en un diálogo con el gobierno y la oposición venezolana para fomentar una solución política que garantice la paz y la democracia en el vecino país.
En línea con esta política, Colombia ha exigido al gobierno venezolano su reintegro al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la adopción de medidas que aseguren garantías procesales para los detenidos, respeto por los derechos de la oposición y acceso consular para los ciudadanos colombianos encarcelados en Venezuela. «Desde el día cero de este gobierno, hemos sido claros en nuestras exigencias para que se respeten los derechos fundamentales», afirmó Rojas.

En cuanto a una posible representación colombiana en la toma de posesión del próximo presidente venezolano, programada para el 10 de enero de 2025, el viceministro señaló que cualquier decisión será evaluada por la Cancillería en su momento. Sin embargo, fuentes internas han indicado que, de darse una participación, esta recaería en el embajador de Colombia en Venezuela, Jorge Rengifo.
La postura del gobierno colombiano ilustra una estrategia pragmática que busca equilibrar el rechazo a procesos electorales cuestionados con la necesidad de preservar relaciones bilaterales esenciales para la estabilidad fronteriza y la cooperación regional. Sin embargo, esta ambigüedad puede ser interpretada como una falta de firmeza en su defensa de los principios democráticos. Mientras Colombia navega esta compleja relación, el desafío radica en encontrar un equilibrio que no comprometa sus valores democráticos ni su capacidad de influir en una solución pacífica para la crisis venezolana.