El presidente Gustavo Petro encendió los motores de las elecciones presidenciales de 2026 con una declaración contundente que ha agitado el panorama político colombiano. Desde el departamento del Magdalena, durante una intervención pública, Petro afirmó que “La Casa de Nariño se abre a una segunda oportunidad del progresismo”, comparando la situación política de Colombia con la reciente transición de poder en México, donde Claudia Sheinbaum asumió la presidencia tras el mandato de Andrés Manuel López Obrador.
En su discurso, Petro hizo una referencia simbólica a la plaza del Zócalo en Ciudad de México, destacando cómo los retratos de campesinos, indígenas y afrodescendientes se mantienen visibles, en contraste con el pasado de Bogotá, donde, según el mandatario, predominaban los rostros “blancos”. Esta afirmación ha sido interpretada como una crítica a las élites tradicionales y un llamado a continuar con una agenda política progresista.

El mandatario también aprovechó la ocasión para elogiar a la nueva presidenta mexicana, recordando su supuesto vínculo con la guerrilla del M-19, un comentario que ha generado controversia tanto en México como en Colombia. Petro afirmó que Sheinbaum fue una colaboradora de este grupo armado durante los años ochenta, una declaración que ha sido ampliamente comentada por medios mexicanos, aunque hasta la fecha, la mandataria no se ha referido públicamente al tema.
La alusión de Petro a una «segunda oportunidad del progresismo» es vista como una antesala para las elecciones de 2026, en las que, aunque él no puede participar debido a los límites constitucionales, parece estar preparando el terreno para un sucesor o una continuidad de su proyecto político. Esta afirmación, sumada a su cercanía con figuras clave de la izquierda en América Latina, plantea interrogantes sobre el rumbo que tomará la política colombiana en los próximos años.