Estados Unidos intenta recuperarse del shock tras el atentado sufrido por el expresidente Donald Trump durante un mitin político en Pensilvania el pasado sábado. Este incidente, aunque escandaloso y triste, no es aislado en la historia del país, que ha estado marcada por numerosos episodios de violencia política. Según varios estudios, esta tendencia ha ido en aumento en los últimos ocho años.
El atentado contra Trump, perpetrado por Thomas Matthew Crooks, de 20 años, quien fue abatido por las fuerzas de seguridad, es el primero en más de 40 años desde el intento de magnicidio contra Ronald Reagan en 1981. Este ataque resalta una vez más la vulnerabilidad de los líderes políticos en Estados Unidos y la creciente ola de violencia que afecta al país. El FBI sigue investigando cómo Crooks logró acercarse al expresidente desde un techo sin ser detectado y no descarta la existencia de posibles co-conspiradores.
La violencia política no es nueva en Estados Unidos. Según el Servicio de Investigación del Congreso (CRS), al menos 15 presidentes, presidentes electos o candidatos han sido víctimas de ataques. Cinco de ellos –Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley, John F. Kennedy y Robert Kennedy– murieron a causa de estos atentados. En tiempos más recientes, presidentes como George W. Bush, Bill Clinton y Ronald Reagan también han sido objetivos de ataques.
Para los republicanos, la retórica incendiaria de los demócratas es la culpable de este aumento de la violencia, mientras que los demócratas acusan a Trump de incitar al odio contra migrantes y minorías. El representante Steve Scalise, quien sobrevivió a un ataque en 2017, señaló que la retórica de los líderes demócratas ha alimentado una histeria que llevó al atentado contra Trump. Por otro lado, estudios del FBI indican que la violencia reciente se debe más a grupos de extrema derecha, como los que protagonizaron la toma del Capitolio en 2021.
Gary LaFree, abogado criminalista de la Universidad de Maryland, sostiene que la violencia política ha aumentado sistemáticamente desde 2016, coincidiendo con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Aunque hubo un auge de violencia política en los años sesenta y setenta, la situación mejoró en las décadas siguientes hasta resurgir en los últimos años. Un reporte de la agencia Reuters señala que desde enero de 2021 ha habido más de 220 incidentes de violencia política en Estados Unidos, resultando en al menos 39 muertes.
Este fenómeno se agrava por la creciente polarización y la explotación del odio como herramienta política. Encuestas recientes indican que el apoyo a la violencia para alcanzar objetivos políticos ha aumentado significativamente, con estudios mostrando que entre un 8% y un 14% de los estadounidenses están dispuestos a tomar las armas. El profesor Bob Pape de la Universidad de Chicago advierte que, si los líderes políticos no condenan la violencia de manera contundente, el país se dirige hacia un abismo.
El atentado contra Trump es un reflejo del peligroso aumento de la violencia política en Estados Unidos. Lejos de provocar una reflexión, este incidente podría intensificar aún más las tensiones. Según Robert Jones, presidente del Instituto para la Investigación Política, la temperatura política en el país está alcanzando niveles peligrosos, y la violencia podría escalar si no se toman medidas para reducir la polarización y promover el diálogo pacífico.
