En una escalada de violencia que conmociona al norte del Cauca, un carro bomba explotó en las afueras del casco urbano de Miranda, dejando varios civiles heridos y daños considerables en las infraestructuras cercanas. El incidente sucedió poco después de un intenso hostigamiento contra la estación de policía en Corinto, una acción que también perturbó gravemente a la comunidad local.
Isabel Cristina Cardona Ceballos, secretaria de Gobierno de Miranda, confirmó que la explosión resultó en múltiples lesiones principalmente por aturdimientos y esquirlas de vidrio. El ataque en Miranda siguió a una confrontación directa en Corinto, donde la fuerza pública y la población civil sufrieron una serie de agresiones coordinadas que forzaron a los residentes a refugiarse en sus hogares.
Ambos ataques han sido atribuidos a la columna Dagoberto Ramos, parte del Estado Mayor Central de las Farc liderado por alias Mordisco. Este grupo, que ha intensificado sus operaciones violentas en la región, declaró recientemente su rechazo a los esfuerzos de paz, indicando un retorno a las tácticas de confrontación directa.

La noche de los ataques, las Fuerzas Militares desplegaron tropas tanto por tierra como por aire para reforzar la seguridad en la zona y brindar apoyo a las unidades de policía afectadas. Estos eventos se suman a una historia de violencia en la región por parte de la misma columna, incluyendo ataques anteriores a la estación de policía de Corinto y otros actos de terror como el carro bomba detonado en 2021 frente a la Alcaldía de dicho municipio.
El presidente Gustavo Petro, en respuesta a estos actos de violencia y tras la muerte de la líder indígena Carmelina Yule Paví en Toribío, suspendió el cese al fuego con esta fracción de las FARC en Cauca y otras regiones, argumentando que la paz no puede ser unilateral. El grupo, por su parte, ha acusado al gobierno de ignorar sus denuncias de agresiones y ha advertido sobre más ataques si continúa la hostilidad contra sus miembros.
Esta situación de inseguridad y conflicto pone de manifiesto los desafíos que enfrenta el gobierno colombiano en sus esfuerzos por pacificar regiones históricamente afectadas por el conflicto armado, donde los grupos disidentes aún mantienen una presencia activa y disruptiva.