El ministro de Educación, Daniel Rojas, confirmó que el Gobierno presentará en 2025 un proyecto de ley para convertir el Icetex en un banco de primer piso. Este anuncio, en medio de la crisis por los retrasos en el pago de matrículas y la incertidumbre sobre los créditos para el próximo año, ha generado un intenso debate sobre el futuro del acceso a la educación superior en Colombia.
Según Rojas, la transformación del Icetex busca acabar con el modelo actual, que depende del presupuesto nacional, para financiarse con ahorro del público mediante productos como cuentas de ahorro y CDT. Este enfoque transformaría la entidad en una “banca del saber”, desligada de los recursos estatales y de los altos intereses que han sido objeto de críticas. “No queremos más jóvenes endeudados hasta el cuello; la deuda no es la salida”, afirmó el ministro en un mensaje dirigido a los estudiantes afectados.
El Icetex, que históricamente ha sido una herramienta clave para garantizar el acceso a la educación superior a millones de colombianos, combina elementos de banco de primer y segundo piso. En su operación actual, otorga créditos y becas directamente a los estudiantes y canaliza recursos estatales e internacionales hacia programas educativos. Sin embargo, el plan del Gobierno cambiaría esta estructura para que funcione como una entidad financiera tradicional.

Esta propuesta ha despertado polémica. Críticos advierten que convertir al Icetex en un banco podría desdibujar su propósito social y excluir a miles de jóvenes de bajos recursos que dependen de subsidios, becas y condonaciones. Actualmente, el Icetex beneficia a cerca de un millón de estudiantes con créditos educativos. De concretarse este cambio, su operación quedaría sujeta a las reglas del mercado financiero, lo que podría reducir el acceso a la educación superior y aumentar la desigualdad.
El anuncio del ministro Rojas evidencia una profunda desconexión entre la realidad de los jóvenes colombianos y las prioridades del Gobierno. Transformar el Icetex en un banco tradicional no solo diluye su misión educativa, sino que pone en riesgo el futuro académico de los sectores más vulnerables. La educación no puede ser tratada como un producto financiero. En lugar de acabar con el Icetex, el Gobierno debería fortalecerlo, mejorar su gestión y garantizar que cumpla con su objetivo de reducir la brecha social mediante el acceso equitativo a la educación superior.