El presidente electo Donald Trump confirmó el 13 de noviembre de 2024 el nombramiento de Marco Rubio, senador por Florida e influyente político de origen cubano, como su nuevo Secretario de Estado. Rubio, un firme defensor de políticas conservadoras y crítico de los regímenes autoritarios en América Latina, se convierte en el primer hispano en ocupar este cargo en la historia de Estados Unidos. Trump elogió a Rubio como “una voz poderosa por la libertad” y afirmó que su liderazgo impulsará una política exterior que prioriza la seguridad y los intereses nacionales de Estados Unidos.
La trayectoria de Rubio en el Senado lo ha consolidado como un crítico implacable de gobiernos que considera amenazantes, incluyendo China, Rusia y las administraciones autoritarias en América Latina. Rubio ha sido un aliado cercano de Trump en temas de política exterior, promoviendo una estrategia de “paz a través de la fuerza” para enfrentar a estos países. Esta línea dura es consistente con la visión de Trump, quien busca fortalecer las relaciones con los aliados de Estados Unidos y enfrentar con determinación a quienes considera enemigos de la libertad y la democracia en el mundo.

En su primera declaración tras el nombramiento, Rubio expresó que el puesto representa una “enorme responsabilidad” y se comprometió a “trabajar por la seguridad nacional” y defender los valores estadounidenses en el extranjero. Con el lema “Primero América”, Rubio anunció que su objetivo es lograr una política exterior que no solo mantenga la paz, sino que proteja activamente los intereses estadounidenses en una era de crecientes desafíos geopolíticos.
Con el inicio de esta administración, Estados Unidos parece avanzar hacia una diplomacia más asertiva y menos tolerante con los países que percibe como una amenaza. Con Rubio al frente, el Departamento de Estado podría adoptar políticas más estrictas en temas como migración, seguridad regional y defensa de los derechos humanos, particularmente en Latinoamérica. Esta designación anticipa una etapa de cambios en la relación de Estados Unidos con el mundo, marcando el regreso de una política exterior centrada en los intereses de seguridad de Washington.