El 7 de octubre de 2023, Israel vivió una de las jornadas más trágicas de su historia reciente. Ese día, más de 3.000 milicianos del grupo Hamás cruzaron la frontera desde la Franja de Gaza y lanzaron un ataque coordinado que dejó 1.139 israelíes muertos en cuestión de horas. Familias fueron asesinadas en sus hogares, soldados emboscados en bases militares, y en un festival de música al aire libre, 364 jóvenes perdieron la vida en una masacre sin precedentes. Este evento marcó el inicio de una guerra que, un año después, sigue devastando la región y ha provocado un alto costo humano y social.
Desde entonces, Israel ha llevado a cabo una ofensiva militar implacable sobre Gaza. Según los últimos reportes, 42.000 palestinos han muerto en el enclave, y otras 96.000 personas han resultado heridas. Los ataques han reducido Gaza a escombros, bloqueando el acceso a alimentos, agua y electricidad, lo que ha agravado la crisis humanitaria. Cientos de miles de personas han quedado atrapadas sin posibilidad de escapar, mientras organizaciones internacionales intentan ofrecer ayuda humanitaria en condiciones extremadamente difíciles.

El conflicto también ha tocado al sur del Líbano, donde el grupo Hezbolá ha lanzado ataques sobre Israel en solidaridad con Hamás. En respuesta, Israel ha bombardeado objetivos clave en Líbano, eliminando a varios líderes de la organización. La muerte de Hassan Nasrallah, líder máximo de Hezbolá, en un ataque aéreo israelí, ha escalado aún más las tensiones, y se teme que Irán, principal aliado de estos grupos, intensifique su participación en la guerra.
Un año después, las cifras son estremecedoras: más de 700 muertos en Cisjordania, 250 personas aún en cautiverio y miles de vidas destruidas en ambos lados del conflicto. La violencia no muestra signos de disminuir, y la comunidad internacional sigue buscando desesperadamente una solución para poner fin a este ciclo de guerra y sufrimiento.