El atentado en Arauca, que dejó dos militares muertos y 25 heridos, pone en peligro el avance de los diálogos entre el Gobierno Petro y el Eln. El presidente advirtió que este ataque «cierra un proceso de paz con sangre», comparándolo con el atentado de 2019 en la Escuela de Cadetes de Bogotá.
El ataque, perpetrado con cilindros explosivos en una zona cercana a un colegio, ha encendido las alarmas sobre la fragilidad del cese al fuego que finalizó el pasado 3 de agosto. En las últimas semanas, el Eln ha intensificado acciones violentas en Arauca, Chocó y Norte de Santander, afectando a más de 50.000 personas y destruyendo infraestructuras clave, como el oleoducto Caño Limón-Coveñas.
El Gobierno enfrenta un dilema: seguir apostando por los diálogos con una guerrilla que parece no tener interés en la paz, o centrarse en negociaciones con grupos disidentes, como el frente Comuneros del Sur. Este grupo, una escisión del Eln, ya ha mostrado disposición para avanzar hacia una desmovilización, lo que podría ser un nuevo camino para la estrategia de «paz total».
A medida que los diálogos con el Eln se tambalean, el Gobierno se ve presionado para encontrar resultados concretos antes de finalizar su mandato. La prioridad ahora parece ser mantener abiertas las puertas para otros procesos de paz, mientras la confrontación con el Eln se vuelve cada vez más inevitable.