El municipio de Timbiquí, en la costa Pacífica del Cauca, se ha visto sacudido por un violento atentado terrorista que ha causado un profundo impacto en la comunidad local. El ataque, registrado el 10 de septiembre de 2024, se dirigió contra la base naval de la Infantería de Marina, dejando un saldo de ocho infantes de marina heridos y más de 100 viviendas dañadas.
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, y el vicealmirante Harry Reina confirmaron que el atentado fue perpetrado con la detonación de dos cilindros de gas, provocando no solo heridas graves en tres miembros de la Infantería, quienes fueron trasladados de emergencia a la Fundación Valle del Lili en Cali, sino también daños significativos en la infraestructura del municipio. Tres viviendas quedaron completamente destruidas y otras 100 sufrieron daños estructurales considerables, afectando a numerosas familias.
El gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, ha condenado enérgicamente el ataque, describiéndolo como una represalia de grupos delincuenciales por las recientes acciones militares en la región. La respuesta de las autoridades locales ha sido inmediata; se ha convocado a un consejo extraordinario de seguridad para coordinar las medidas necesarias para atender a los afectados y reforzar la seguridad en la zona. Guzmán hizo un llamado urgente a la unidad en la búsqueda de paz y seguridad para la región.

Este atentado ocurre en un contexto de creciente violencia en el Cauca, exacerbada por los recientes operativos militares contra las disidencias de las FARC. El 8 de septiembre, se llevó a cabo la operación Mantus, resultando en la muerte de ocho disidentes y más de 15 heridos. Las disidencias, dirigidas por alias Iván Mordisco, han intensificado su actividad, utilizando tácticas de violencia extrema y forzando a la población civil a colaborar bajo amenazas.
La ofensiva militar resultó en la incautación de importantes armamentos y municiones, evidenciando la gravedad de la amenaza que representan estos grupos. Las autoridades han alertado sobre la táctica de usar a civiles como escudos humanos, una estrategia que no solo pone en riesgo la vida de los habitantes, sino que también complica las operaciones de las fuerzas armadas.
Este reciente atentado subraya la necesidad de una respuesta coordinada y eficaz para abordar la violencia en la región, protegiendo a la población y desarticulando las redes criminales que perpetúan el conflicto en el Cauca. Las autoridades y la comunidad están ahora en alerta máxima, trabajando juntos para restaurar la seguridad y la estabilidad en esta zona afectada por el conflicto.