Horas antes de la esperada final de la Copa América entre Argentina y Colombia, el Hard Rock Stadium de Miami fue escenario de serios incidentes protagonizados por aficionados colombianos que intentaron ingresar sin tickets. La situación generó un caos tal que el inicio del partido se retrasó una hora y 20 minutos, dejando imágenes impactantes de los disturbios.
La tensión comenzó cuando miles de fanáticos intentaron burlar los controles de seguridad, saltando molinetes y buscando ubicarse en las gradas para ver el partido. Las autoridades detuvieron a varios de los intrusos, pero otros lograron ingresar, creando un ambiente caótico y violento. Ante esta situación, los organizadores cerraron los accesos como medida preventiva, evidenciando una falta de control en puntos estratégicos antes de llegar al estadio.
Las imágenes de la represión policial contra los espectadores sin boletos circularon ampliamente, mostrando escenas de arrestos y confrontaciones que opacaron el espectáculo deportivo. Este episodio no es el primero de su tipo en el certamen, ya que en la semifinal contra Uruguay, los aficionados colombianos también causaron problemas, intentando agredir a los familiares de los futbolistas uruguayos.
Durante la jornada, los organizadores de la Copa América emitieron un comunicado informando que solo se permitiría el ingreso a aquellos con boletos adquiridos oficialmente, y anunciaron el retraso del inicio del partido. A pesar de las medidas tomadas, hasta los últimos momentos se registraron intentos de ingreso indebido, incluyendo personas tratando de entrar por conductos de ventilación.
La organización del torneo ha sido criticada no solo por estos incidentes, sino también por el estado de los terrenos de juego, como señaló Lionel Scaloni, entrenador de Argentina. La seguridad y el manejo de la multitud estuvieron bajo la lupa, con expertos asegurando que en eventos organizados por la NFL, situaciones como estas habrían resultado en la suspensión del partido debido a las condiciones de sobrecapacidad del estadio.
Este incidente marca un punto oscuro en la Copa América 2024, destacando la necesidad de una mejor gestión y control en futuros eventos para evitar que el deporte se vea empañado por actos de violencia y desorden.
