Durante su participación en la Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos en Foz de Iguazú, Brasil, la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, pronunció un discurso revelador sobre la necesidad de períodos gubernamentales más extensos para lograr cambios significativos. En palabras contundentes, Márquez expresó que tanto ella como el presidente Gustavo Petro pueden tener el «corazón bien puesto», pero advirtió que alcanzar las metas de transformación social y política requerirá más tiempo del que ofrece un mandato de cuatro años.
«El cambio no se logra en tan solo cuatro años. Fueron 500 años de sembrar en nuestro país una política de muerte y desenraizar esa política, tal vez, nos tome más tiempo y sea la tarea que le toque continuar a las próximas generaciones», afirmó Márquez. Esta declaración despierta interrogantes sobre la viabilidad de las promesas electorales en el corto plazo y plantea un desafío para el Gobierno Petro en términos de cómo abordar las demandas de cambio a largo plazo.
La vicepresidenta también abordó el tema crucial de la unidad del progresismo en Latinoamérica, destacando la importancia de no dejar esta responsabilidad exclusivamente en manos de los gobiernos de turno. Márquez señaló que la integración regional debe ser impulsada por los propios pueblos, quienes han establecido conexiones duraderas que trascienden las administraciones gubernamentales.
Además, la vicepresidenta hizo un llamado a los movimientos progresistas para que se nutran de los saberes tradicionales y los pensamientos de los sectores populares, enfatizando la necesidad de abordar temas como el machismo, el racismo y la violencia de género en la agenda política. En este sentido, Márquez destacó que una verdadera agenda transformadora debe reconocer y abordar la diversidad cultural e histórica de América Latina y el Caribe.
Las palabras de Francia Márquez no solo plantean reflexiones sobre el rumbo político de Colombia, sino que también invitan a una discusión más amplia sobre el futuro del progresismo en la región y la manera en que los gobiernos y los movimientos sociales pueden trabajar juntos para lograr una transformación duradera y significativa.
