El oriente antioqueño vivió una jornada sangrienta el pasado 21 de julio, con la muerte de seis personas en diferentes municipios de la región. En Cocorná, una masacre en el barrio La Granja dejó tres personas muertas y un menor de edad gravemente herido. El ataque ocurrió cerca del polideportivo local alrededor de la 1:50 a.m., y las víctimas, de entre 17 y 31 años, fueron identificadas como Juan Lisandro Agudelo Agudelo y Joan Sebastián Castaño Mejía, presuntamente vinculados a un expendio de drogas.
Simultáneamente, en Sonsón, Rubén Antonio Jaramillo, un líder social y defensor de derechos humanos, fue asesinado a tiros en la vereda Caunzal Alto. Este homicidio eleva a 15 el número de muertes violentas en Sonsón en lo que va de 2024, destacando la inseguridad creciente en la zona. Jaramillo, fundador de la Red de Organizaciones Sociales y Campesinas del Norte de Antioquia, había sido amenazado desde 2019, lo que lo obligó a desplazarse de San Andrés de Cuerquía.

En El Carmen de Viboral, dos hombres perdieron la vida en incidentes separados. En la madrugada del 21 de julio, una riña en la vereda La Aldana resultó en un apuñalamiento mortal. Poco después, en el casco urbano, Jeferson Porras, de 30 años, fue asesinado a balazos en la carrera 28 del Barrio Centro. Estos homicidios reflejan la ola de violencia que azota a esta región, afectada por la expansión de grupos criminales como el Clan del Golfo y bandas delincuenciales de Medellín.
La situación de seguridad en el oriente antioqueño ha empeorado notablemente, con un plan de expansión criminal que incluye el control del microtráfico y la explotación minera ilegal. El comandante de la Región No. 6 de la Policía, brigadier general Rosemberg Novoa, confirmó la presencia del Clan del Golfo en la zona, evidenciando un intento claro de dominación territorial que agrava la ya crítica situación de orden público en esta región de Antioquia.