El presidente colombiano, Gustavo Petro, se reunió en Caracas con Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, en un encuentro marcado por discusiones sobre el próximo proceso electoral venezolano, previsto para el 28 de julio. A pesar de las preocupaciones internacionales sobre la legitimidad y transparencia de estas elecciones, la declaración conjunta post-reunión indica que Maduro detalló los «avances» del proceso electoral, a los cuales se han inscrito 13 candidatos representando a 37 organizaciones políticas.
Esta reunión se produce en un contexto de críticas hacia la gestión electoral de Maduro, especialmente tras la inhabilitación de María Corina Machado, una figura prominente de la oposición, y de su sucesora propuesta, Corina Yoris, quienes se vieron impedidas de participar en las elecciones. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha expresado su preocupación, instando a Venezuela a garantizar la participación política de la oposición sin arbitrariedades, destacando la situación como perpetuadora de un gobierno represivo.
El tarjetón electoral revela la predominancia de la imagen de Maduro, quien aparece representado por 13 movimientos políticos, mientras que otros candidatos también presentan múltiples apariciones, aunque ninguno tan prevalente como el actual mandatario. Este hecho, junto con la exclusión de figuras clave de la oposición, ha generado dudas sobre la equidad del proceso electoral.
La reunión entre Petro y Maduro, y la subsecuente declaración sobre los avances electorales, resalta una aparente confianza por parte de Petro hacia las afirmaciones de Maduro, en contraste con las críticas previas del presidente colombiano sobre la democracia en Venezuela. Este cambio de tono sugiere un delicado equilibrio en la diplomacia regional, especialmente en lo referente a las iniciativas de paz promovidas por Colombia, que requieren de cooperación venezolana.
A medida que se acercan las elecciones venezolanas, la comunidad internacional, incluida Colombia, observa atentamente, esperando signos de un proceso electoral justo que pueda ser el inicio de una nueva etapa para Venezuela. Sin embargo, las acciones hasta la fecha plantean preguntas significativas sobre la viabilidad de tal esperanza.