Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, volvió a poner en entredicho el compromiso de su país con la OTAN, señalando que podría considerar una retirada de la alianza si los países miembros no aumentan sus aportes económicos. En su primera entrevista televisiva tras ganar las elecciones el pasado 5 de noviembre, Trump reiteró su postura de que la OTAN se «aprovecha» de Estados Unidos, tanto en defensa como en el trato comercial.
Trump señaló que su administración exigiría un reparto más equitativo de las contribuciones. “Si están pagando sus cuentas y nos tratan de manera justa, absolutamente, me quedaría con la OTAN”, afirmó en el programa Meet the Press de NBC. Sin embargo, advirtió que, en caso contrario, consideraría seriamente una retirada, reviviendo las tensiones que ya caracterizaron su primer mandato (2017-2021) con la organización.
Durante su presidencia anterior, Trump insistió en que los miembros de la OTAN cumplieran con el compromiso de destinar al menos el 2 % de su PIB a defensa, una meta establecida en 2014. El magnate fue más allá, sugiriendo que ese porcentaje debería aumentar al 4 %. Según él, su enfoque «duro» en aquel entonces llevó a los aliados a incrementar sus contribuciones en más de 600.000 millones de dólares.
La OTAN, fundada tras la Segunda Guerra Mundial, ha sido un pilar de la seguridad transatlántica, especialmente frente a amenazas como Rusia. No obstante, las críticas de Trump han avivado dudas sobre el futuro de la alianza, especialmente en un contexto global marcado por la guerra en Ucrania y el resurgimiento de tensiones geopolíticas.
La postura de Trump pone en evidencia un cambio significativo en la relación de Estados Unidos con sus aliados tradicionales. Su enfoque transaccional hacia la OTAN podría debilitar la cohesión de la alianza en un momento crítico, cuando Europa enfrenta desafíos de seguridad como la amenaza rusa y conflictos en Medio Oriente. Aunque sus demandas de mayor equidad en el gasto de defensa no son nuevas, su insistencia en condicionar el compromiso de EE. UU. con la organización podría empujar a los aliados a cuestionar la fiabilidad de Washington como garante de la seguridad internacional. En un mundo cada vez más multipolar, este tipo de mensajes no solo generan incertidumbre, sino que abren la puerta a la reconfiguración de los equilibrios globales.