El presidente de Colombia, Gustavo Petro, reaccionó a la caída del régimen sirio de Bashar al-Ássad con un extenso mensaje en la red social X, en el que planteó múltiples interrogantes sobre el impacto de este hecho en el Medio Oriente, las relaciones internacionales y el futuro de los movimientos progresistas.
Petro destacó que la salida de Ássad, tras décadas de un régimen autoritario, genera una compleja reconfiguración geopolítica. “El régimen de Bashar fue abandonado por Rusia. ¿Nueva alianza con Trump?”, cuestionó, insinuando un posible cambio de estrategia por parte del Kremlin. También expresó su preocupación por el ascenso del fundamentalismo en Siria, comparando este escenario con Afganistán, Irak y Libia, y advirtió que actores como Israel podrían aprovechar la situación para expandir su influencia territorial en la región.
El mandatario colombiano reflexionó sobre los efectos globales de este colapso. Preguntó si la caída de Ássad podría significar concesiones territoriales en el conflicto de Ucrania y si líderes como Zelenski o las naciones de Europa occidental enfrentarán nuevas traiciones en el tablero geopolítico. Además, sugirió que el fin del panarabismo laico podría consolidar una mayor influencia chiita por parte de Irán en Medio Oriente.
Petro no limitó su análisis al contexto sirio. Se preguntó si esta reconfiguración podría impactar a América Latina, mencionando la situación de Cuba y Venezuela, además de cuestionar si el progresismo regional está preparado para fortalecer instituciones como la OEA. También expresó inquietudes sobre el rol de China en el escenario global, particularmente como principal acreedor mundial y su posible influencia en la transición hacia economías descarbonizadas.
La postura de Petro revela una visión idealista del «progresismo global», pero también deja en evidencia una interpretación cargada de conjeturas y preguntas abiertas. Aunque sus reflexiones abarcan temas fundamentales como la redistribución de poder y los retos ambientales, carecen de propuestas concretas para el manejo de estos desafíos. Su discurso intenta posicionarse como un llamado a la esperanza y al cambio, pero corre el riesgo de parecer desconectado de la realidad inmediata, donde los problemas del conflicto sirio, la inestabilidad en Medio Oriente y el impacto en Latinoamérica requieren respuestas pragmáticas y contundentes. La hora progresista que Petro menciona podría necesitar mucho más que palabras para materializarse en un escenario mundial tan volátil.