El Gobierno de Ecuador, liderado por el presidente Daniel Noboa, oficializó su reconocimiento a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela, sumándose a un creciente bloque de países que cuestionan la reelección de Nicolás Maduro. A través de un comunicado de la Cancillería, Quito afirmó su respaldo al resultado de las elecciones del 28 de julio y denunció la falta de transparencia en el proceso, catalogándolo como un atentado contra los principios democráticos.
La decisión ecuatoriana se alinea con las posturas de Estados Unidos e Italia, que en días recientes también reconocieron a González Urrutia como líder legítimo de Venezuela. Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, subrayó que “la democracia requiere el respeto a la voluntad popular” y condenó las acciones del régimen de Maduro, al que acusó de violaciones sistemáticas de derechos humanos. En paralelo, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, pidió una transición democrática, destacando la necesidad de garantizar los derechos fundamentales de los venezolanos.
En su pronunciamiento, Ecuador señaló que los comicios estuvieron marcados por graves irregularidades y acusó a las instituciones venezolanas de socavar el Estado de derecho, perpetuando la persecución política. Quito reafirmó su compromiso con los valores democráticos y los derechos humanos, instando a una auditoría internacional para validar los resultados electorales.
El reconocimiento internacional a González Urrutia representa un duro golpe para Maduro, quien enfrenta crecientes presiones diplomáticas mientras la crisis humanitaria y política en Venezuela se intensifica. Los llamados a una transición pacífica y democrática resuenan con mayor fuerza en la comunidad internacional, aumentando el aislamiento del régimen chavista.
El pronunciamiento de Ecuador consolida una coalición internacional que busca erosionar la legitimidad de Nicolás Maduro, quien ha resistido durante años sanciones y aislamiento. La estrategia de respaldar a Edmundo González Urrutia como presidente electo podría ser un punto de inflexión en la política regional, mientras los países democráticos de Occidente unen esfuerzos para promover una transición en Venezuela. Sin embargo, la estabilidad en el país dependerá de la capacidad de esta coalición para traducir el respaldo político en acciones concretas que limiten el poder del régimen y favorezcan un cambio real.