Donald Trump ha sido reelegido como presidente de Estados Unidos a sus 78 años, convirtiéndose en el mandatario más veterano en asumir el cargo y el primero en la historia estadounidense en enfrentar juicios penales mientras aún conserva el respaldo de millones de seguidores. Su regreso a la Casa Blanca, tras un periodo marcado por intentos de asesinato y numerosas demandas judiciales, confirma su estatus como una figura polarizante que desafía las reglas convencionales de la política norteamericana. Con su nueva victoria, Trump pretende implementar reformas radicales en inmigración, comercio y seguridad, atendiendo las demandas de un electorado fiel que lo ve como un defensor del “sueño americano” frente a lo que considera una “decadencia” de los valores tradicionales del país.
Trump ha sobrevivido a dos atentados recientes que casi le cuestan la vida. En julio de 2024, en un acto en Butler, Pensilvania, un francotirador abrió fuego durante su discurso, logrando solo rozarle una oreja después de que un súbito movimiento de su cabeza lo salvara en el último instante. Meses después, en Florida, el Servicio Secreto frustró otro intento de asesinato cuando un hombre armado con un rifle de alto calibre intentó acercarse al presidente en un campo de golf. Para sus seguidores, estos eventos son prueba de una “protección divina” que los motiva a jurarle lealtad absoluta. Un simpatizante de Michigan afirmó: “Si alguien intentara dispararle a Trump, me pondría en medio para protegerlo”
Además de los atentados, Trump también ha enfrentado varios procesos judiciales. En 2024 fue condenado por ocultar un pago a una actriz de cine para adultos, buscando silenciarla sobre una supuesta relación en los años 2000. Sin embargo, su postura inquebrantable y sus críticas al sistema judicial han aumentado su popularidad, especialmente entre aquellos que ven sus problemas legales como un intento de las élites para impedir su retorno. Según analistas, esta mezcla de retos personales y controversias ha cimentado su atractivo entre sus votantes, que lo perciben como un “luchador” que no se rinde ante la adversidad.
Trump retoma la presidencia con la promesa de restaurar la “grandeza de América”, enfocándose en controlar la inmigración, revitalizar la economía y “limpiar” Washington. A pesar de las críticas, su discurso audaz y provocador continúa ganando adeptos, especialmente entre jóvenes conservadores, quienes lo ven como un símbolo de resistencia frente al establishment político. En palabras de un estratega de su campaña, “Trump no es solo un líder; es un movimiento”.
