Alexander Farfán Suárez, más conocido como alias Gafas, ha protagonizado un nuevo capítulo en el proceso de paz en Colombia al reincorporarse a las disidencias de las Farc, lideradas por Iván Mordisco, tras haber sido designado por el presidente Gustavo Petro como gestor de paz. Gafas, recordado como el carcelero de Ingrid Betancourt y otros secuestrados durante la Operación Jaque, había sido liberado bajo la figura de gestor de paz con la esperanza de contribuir a las negociaciones, pero su regreso a la lucha armada ha desatado una ola de críticas.
Gafas se levantó de la mesa de diálogos en febrero de este año y, desde entonces, ha vuelto a ser un actor clave en las filas de las disidencias. La última vez que apareció en público fue el 21 de septiembre, cuando entregó a la concejal Sandra Betancourt, secuestrada por el grupo armado en Argelia, Cauca. En el evento, Gafas se mostró desafiante y lanzó amenazas directas contra la política, reflejando su retorno al conflicto.
La decisión de Petro de otorgar a exguerrilleros como Gafas el papel de gestores de paz ha sido ampliamente criticada por sectores de la oposición, que consideran que muchos de estos excombatientes utilizan este estatus para evadir la justicia y continuar con actividades delictivas. Aunque el Gobierno ha guardado silencio ante la burla de Gafas al proceso, su reincorporación a las armas evidencia las dificultades de consolidar una paz duradera con las disidencias de las Farc.
El futuro de la estrategia del Gobierno en las negociaciones de paz está ahora en duda, mientras figuras como alias Gafas y otros exguerrilleros plantean un reto serio a las intenciones de reconciliación. Al mismo tiempo, Petro ha sugerido la posibilidad de reconocer a exparamilitares como Jorge 40 y Macaco como gestores de paz, lo que ha generado preocupación sobre si se repetirá la misma historia.
