Un incendio en la torre de refrigeración de la central nuclear de Zaporiyia, ubicada en el sur de Ucrania y controlada por las fuerzas rusas, ha encendido alarmas a nivel mundial. El incidente, ocurrido el 11 de agosto, ha sido motivo de acusaciones cruzadas entre Ucrania y Rusia, aumentando las tensiones en un conflicto que lleva más de dos años y medio.
El gobernador designado por Moscú, Yevgeny Balitsky, afirmó que el incendio fue provocado por un bombardeo de las fuerzas armadas ucranianas en la ciudad de Energodar, donde se encuentra la central nuclear más grande de Europa. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusó a Rusia de ser responsable del incendio, señalando que los niveles de radiación se mantienen dentro de los límites normales, pero advirtiendo que la situación es extremadamente peligrosa mientras la planta siga bajo control ruso.
Zelenski subrayó que Rusia ha utilizado la central nuclear de Zaporiyia como una herramienta de chantaje contra Ucrania y el mundo entero, y exigió una respuesta contundente de la comunidad internacional y del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La planta, situada en una zona de alto riesgo a lo largo del río Dniepr, que actúa como línea de frente en el conflicto, ha sido objeto de constantes preocupaciones sobre su seguridad.
El OIEA, que tiene un equipo de expertos en el sitio, informó que, aunque hubo explosiones y una densa humareda negra, no se ha reportado ningún impacto para la seguridad nuclear. Las seis unidades de la planta permanecen detenidas como medida preventiva.
La situación sigue siendo monitoreada de cerca por las autoridades ucranianas y el OIEA, mientras crece la preocupación de que cualquier acción militar imprudente en la central podría desencadenar un desastre nuclear de gran magnitud.