El presidente Gustavo Petro ha dado un paso significativo en el proceso de paz al reconocer oficialmente a Carlos Eduardo García Téllez, conocido como alias Andrey, como representante de las disidencias de las Farc de Calarcá en la mesa de diálogos con el Gobierno Nacional. Esta decisión se formalizó a través de una resolución firmada por el mandatario, lo que marca un nuevo capítulo en las complejas negociaciones con grupos armados al margen de la ley en Colombia.
El reconocimiento de alias Andrey se produce en un contexto de tensiones internas dentro de las disidencias de las Farc, donde facciones lideradas por Iván Mordisco y Calarcá Córdoba han entrado en conflicto por el control de la organización. La inclusión de Andrey en la mesa de diálogos refleja un esfuerzo por parte del gobierno de Petro para incluir a diversos sectores de las disidencias en el proceso de paz, buscando consolidar un acuerdo que permita la finalización del conflicto armado interno que ha afectado al país durante décadas.
Las cifras reveladas por las mismas disidencias indican que, actualmente, el 37% de los miembros de las Farc están involucrados en conversaciones de paz con el gobierno, desmintiendo versiones anteriores que sugerían que solo un 5% de la organización estaba comprometida con el proceso. Este dato subraya la magnitud del desafío que enfrenta el gobierno para lograr un acuerdo que abarque a la totalidad de las facciones.

Sin embargo, las divisiones internas continúan siendo un obstáculo significativo. Alias Andrey, quien ha sido una figura crítica de Iván Mordisco, llamó recientemente a la reflexión sobre el liderazgo dentro de las disidencias, cuestionando lo que describe como un enfoque autoritario por parte de Mordisco. Esta fractura podría poner en riesgo la estabilidad de los diálogos y la implementación de cualquier acuerdo alcanzado.
El reconocimiento de alias Andrey en la mesa de diálogos es un movimiento estratégico por parte del gobierno, pero también plantea preguntas sobre la viabilidad de las negociaciones en un escenario marcado por la desconfianza y la lucha por el poder dentro de las mismas filas de las disidencias. El tiempo dirá si este nuevo enfoque será suficiente para poner fin al ciclo de violencia en Colombia.