En una medida drástica, el régimen de Nicolás Maduro ha anunciado la ruptura de relaciones diplomáticas con siete países de América Latina que han rechazado los resultados de las recientes elecciones presidenciales en Venezuela, consideradas fraudulentas por la oposición. La decisión se dio a conocer a través de un comunicado oficial del Gobierno venezolano, en el que se acusa a Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay de interferir en asuntos internos del país.
El comunicado, firmado por el canciller Yvan Gil, especifica que Venezuela retirará a su personal diplomático de estos países como respuesta a lo que califican como «acciones injerencistas». Según el régimen, estas naciones han asumido una postura contraria a la soberanía venezolana al cuestionar la legitimidad de los resultados electorales, que dieron la victoria a Nicolás Maduro para un nuevo periodo presidencial hasta 2031. La oposición ha señalado que hubo manipulación en el proceso y ha solicitado un recuento de votos, solicitud que ha sido ignorada por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
La respuesta del gobierno de Maduro no se limitó a la diplomacia. En declaraciones posteriores, el mandatario venezolano arremetió contra agencias de inteligencia extranjeras, acusando a la CIA y la DEA de orquestar una campaña de desestabilización contra su gobierno. Maduro afirmó que se está intentando reeditar un «Grupo de Lima 2.0», refiriéndose al grupo de países que previamente se opusieron a su gobierno y apoyaron a la oposición liderada por Juan Guaidó.

Las tensiones se intensifican en un contexto de protestas en las principales ciudades venezolanas, donde miles de ciudadanos han salido a las calles para manifestar su descontento con el resultado electoral. Mientras tanto, la comunidad internacional está dividida. Mientras que países como China, Rusia y Cuba han felicitado a Maduro por su victoria, otros, incluyendo la Unión Europea y Estados Unidos, han expresado serias preocupaciones sobre la transparencia y legalidad del proceso electoral.
En un país sumido en una profunda crisis económica y social, las consecuencias de esta ruptura diplomática podrían ser significativas, afectando no solo a las relaciones bilaterales, sino también a la situación interna de Venezuela. El régimen de Maduro, sin embargo, ha dejado claro que continuará defendiendo lo que considera su «derecho inalienable a la autodeterminación» y que no permitirá que «fuerzas extranjeras» dicten el destino del país.