La tensión política en Venezuela ha alcanzado un nuevo pico tras la reciente proclamación de Nicolás Maduro como presidente reelecto. En medio de una ola de protestas en todo el país, los habitantes del estado Falcón, ubicado al norte de Venezuela, derribaron una estatua del fallecido expresidente Hugo Chávez. Este acto de vandalismo simboliza el descontento generalizado de la población con el gobierno actual y el legado chavista.
El incidente ocurrió el lunes 29 de julio de 2024, pocas horas después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) declarara a Maduro como el ganador de las elecciones presidenciales, una proclamación que ha sido ampliamente cuestionada tanto a nivel nacional como internacional. Las calles de Venezuela, desde Caracas hasta las zonas rurales, se han llenado de manifestantes que expresan su rechazo al régimen de Maduro y exigen un cambio político.
Desde la muerte de Chávez en 2013, se han erigido numerosas estatuas en su honor a lo largo de Venezuela y en algunos países aliados como Bolivia y Cuba. Sin embargo, la figura de Chávez, una vez celebrada por muchos, ahora se ha convertido en un símbolo de controversia y división. Bajo la administración de Maduro, el país ha enfrentado una profunda crisis económica y social, lo que ha llevado a muchos a rechazar el legado del chavismo.

Las manifestaciones han sido particularmente intensas en Caracas, donde se escuchan consignas como «¡Y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer!» y «¡Que entregue el poder ya!» en barrios como Petare, uno de los más poblados de la capital. La frustración de la población es palpable, con cacerolazos y protestas en las calles a pesar de la fuerte presencia policial y militar que busca mantener el orden.
El descontento no se limita a la capital. En el estado de Aragua, una multitud se ha congregado en la entrada de la base aérea militar El Libertador, la más grande del país, para expresar su repudio al gobierno de Maduro. Este acto es un indicativo de la magnitud de las movilizaciones y el desafío que enfrenta el régimen para mantener el control en un país sumido en la incertidumbre política.
La situación en Venezuela continúa siendo crítica, con un futuro incierto y una población cada vez más desencantada con sus líderes. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas intentan dispersar las protestas y mantener la estabilidad, aunque el descontento generalizado hace que la tarea sea cada vez más complicada.