Tres días después de la toma de posesión del presidente de Panamá, José Raúl Mulino, los migrantes que transitan por la selva del Darién con destino a Estados Unidos ya sienten el impacto de las nuevas medidas. Mulino ha cumplido rápidamente su promesa de campaña, implementando inquebrantables barricadas en varios puntos de la frontera con Colombia, dificultando significativamente el paso ilegal de migrantes.
Las nuevas estructuras, que se elevan más de dos metros, están formadas por barras de acero y alambre de púas, evocando imágenes de los campos de concentración nazis y las tácticas de las extintas FARC en Colombia. Según Mulino, esta medida es crucial para Panamá: «No podemos seguir financiando el costo económico y social de la migración a través de la selva del Darién, fronteriza con Colombia.»

Los datos de Migración Panamá indican que desde el inicio de la ‘Operación Flujo Controlado de Migrantes Irregulares’, cerca de 197.389 personas han cruzado la selva del Darién desde enero hasta junio de este año. De estos migrantes, 160.621 provienen de Sudamérica, 19.781 de Asia, 11.413 de las Antillas, 5.527 de África, y 47 de otras regiones. Solo en junio, se registró la llegada de 27.375 personas, incluyendo 21.747 adultos y 5.628 menores de edad.
La implementación de estas barricadas refleja la postura firme del nuevo gobierno panameño frente a la crisis migratoria. El presidente Mulino ha dejado claro que Panamá no seguirá siendo un país de tránsito para los migrantes ilegales, subrayando la necesidad de proteger el bienestar económico y social del país. La comunidad internacional observa atentamente estas medidas, que podrían tener profundas implicaciones para la región y los flujos migratorios futuros.