La comunidad cafetera de Colombia se encuentra en medio de una encrucijada política y gremial, tras la convocatoria del gobierno de Gustavo Petro a la Asamblea Nacional Cafetera, programada para realizarse en Bogotá. Este evento ha suscitado preocupación entre líderes y asociaciones del sector, quienes temen la posible creación de una federación alternativa a la tradicional Federación Nacional de Cafeteros (FNC), la cual ha sido la voz y representante histórica del gremio en Colombia y a nivel internacional.
La inquietud surge a raíz de la exclusión o la falta de invitación a organizaciones clave dentro del sector, incluida la propia FNC, que se ha visto sorprendida por movimientos del Ministerio de Agricultura para reunir información de contacto de cooperativas y organizaciones cafeteras, sin extender una invitación formal a la federación. Este hecho ha alimentado las especulaciones sobre un intento del gobierno por consolidar un nuevo bloque cafetero que le sea afín, potencialmente reconfigurando la gestión del Fondo Nacional del Café, una cuenta parafiscal vital para el sector.
El Fondo, crucial para el financiamiento de diversas iniciativas cafeteras, ha sido administrado conjuntamente por el gobierno y la FNC mediante un contrato estatal. La posibilidad de que un nuevo grupo, alineado con las políticas gubernamentales, tome control de estos recursos ha causado alarma, considerando las previas declaraciones del presidente Petro sobre la necesidad de reestructurar la Federación en línea con las demandas de las bases cafeteras.
El descontento no se limita a la posible formación de una entidad paralela, sino también a las metodologías del gobierno para organizar la asamblea, incluyendo el pago de viáticos a los asistentes, lo que ha sido criticado por algunos como una forma de asegurar la presencia y el apoyo de determinados grupos. Esta estrategia ha llevado a importantes voces dentro del sector, como Dignidad Cafetera y la Unión de Cafeteros, a decidir no participar en el evento, planificando en su lugar protestas y movilizaciones para el 17 de abril en demanda de mejores políticas estatales de subsidios y otras reivindicaciones.
Mientras tanto, desde la FNC se intenta calmar las aguas, recordando promesas previas del gobierno de no buscar la creación de entidades paralelas y de trabajar conjuntamente con la Federación. No obstante, el clima de desconfianza y los temores sobre el futuro de la representación gremial cafetera y la administración de sus recursos siguen latentes, marcando un momento de incertidumbre y posible transformación en uno de los sectores más emblemáticos y vitales para la economía colombiana.