La comunidad venezolana en Medellín se encuentra en estado de alerta tras una serie de eventos violentos que resultaron en la muerte de siete venezolanos en apenas una semana. Los incidentes, que se han producido en diferentes barrios de la ciudad, abarcan desde ataques sicariales hasta un presunto caso de feminicidio, lo que ha llevado a las autoridades a investigar intensamente estos sucesos, considerados por ahora como casos aislados.
El inicio de esta cadena de violencia se remonta al domingo 24 de marzo, con el asesinato de Wilson Javier Liendo Blasco, de 25 años, en el barrio Robledo, un crimen perpetrado en plena vía pública. La violencia no se detuvo allí; al día siguiente, la comunidad de Medellín se despertó con la noticia de la muerte de Grecia Marelbis Perales, de 28 años, en lo que parece ser un desgarrador caso de feminicidio en el barrio Boston.
Con cada día que pasaba, nuevos reportes de asesinatos emergieron, sumando a Cristian Daniel Linares Alvarado, Carlos Sarabia Linares y Adrián Ramos a la lista de venezolanos cuyas vidas fueron truncadas brutalmente. Estos crímenes, que varían desde disparos hasta ataques con arma blanca, han sembrado el miedo y la consternación entre los residentes y la creciente diáspora venezolana en la ciudad.
A pesar de que las autoridades mantienen la hipótesis de que estos incidentes son independientes entre sí, la comunidad y los observadores no pueden ignorar el patrón alarmante de violencia dirigida a venezolanos. Este panorama se suma a un contexto más amplio de inseguridad en Medellín, que ha visto un total de 85 homicidios en lo que va del año, marcando una disminución en comparación con el mismo periodo del año anterior, pero con un repunte preocupante en marzo.
Este espiral de violencia ha puesto en relieve los desafíos a los que se enfrentan las autoridades locales para garantizar la seguridad de todos sus habitantes, incluida la numerosa población venezolana que busca refugio y nuevas oportunidades en Medellín. Mientras la ciudad se esfuerza por contener esta ola de crímenes, la urgencia de encontrar soluciones efectivas y de largo plazo para prevenir futuros actos de violencia se hace cada vez más evidente.
