El presidente Gustavo Petro, durante un evento en Apartadó, Antioquia, focalizó su crítica hacia un sector del empresariado antioqueño, mencionando específicamente al barrio El Poblado de Medellín en quince ocasiones. En su discurso, Petro señaló que ciertos empresarios de este sector optaron por financiar grupos paramilitares, y en algunos casos, se convirtieron ellos mismos en paramilitares. Esta afirmación surge en el contexto de una reflexión más amplia sobre la historia de conflictos en la región, sugiriendo que la confrontación entre diversas culturas, etnias e historias de Colombia ha sido un factor determinante en el desarrollo de la violencia regional.
Petro argumentó que el conflicto puede originarse o encontrar solución en el «encuentro de culturas», enfocándose en cómo el «gran capital» del Poblado, al convertirse en productores bananeros en Urabá, utilizó de manera extensiva el territorio y sus recursos sin considerar adecuadamente el bienestar de la población local. Según el presidente, este enfoque en el uso del territorio y la mano de obra sin un desarrollo humano y cultural correspondiente condujo a un choque que eventualmente escaló a un conflicto armado de larga duración.
El presidente sostiene que, históricamente, este enfoque del empresariado hacia la tierra y la gente de Urabá, marcado por la indiferencia y la explotación, desencadenó una serie de eventos que llevaron a la insurgencia y la respuesta paramilitar. Petro critica la alianza entre ciertos gobiernos y grupos paramilitares, acusándolos de colaborar en actividades ilícitas como el narcotráfico, en lugar de buscar mediación y construir pactos de paz que beneficien a la comunidad.
Este discurso de Petro, pronunciado en un evento público, resalta su percepción de las raíces profundas del conflicto colombiano y subraya la necesidad de abordar estas cuestiones históricas para avanzar hacia la reconciliación y el desarrollo sostenible. La mención repetida de El Poblado parece enfatizar el contraste entre el capital concentrado en Medellín y las dinámicas sociales y económicas de Urabá, proyectando una crítica al modelo de desarrollo que, según él, ha marginado a sectores significativos de la población.