En un giro dramático que ha sacudido a la opinión pública colombiana, John Poulos, ciudadano estadounidense y expareja sentimental de la DJ Valentina Trespalacios, ha confesado ser el autor del crimen que conmocionó al país en enero de 2023. La joven fue encontrada sin vida dentro de una maleta en un contenedor de basura en Bogotá, un hecho que desató una ola de indignación y repudio a nivel nacional e internacional.
Durante una audiencia oral realizada este miércoles, Poulos reveló que asesinó a Trespalacios tras una noche de consumo excesivo de drogas y alcohol. «Quedé destruido, yo a ella la amaba. Había estado con ella nueve meses, hablábamos todos los días. Imagínense matar a alguien a quien uno ama», expresó el norteamericano, describiendo la noche del crimen como una experiencia de horror y confusión exacerbada por el consumo de sustancias psicoactivas.
La confesión de Poulos no solo arroja luz sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Trespalacios, sino que también revela las percepciones y temores que llevaron al estadounidense a huir y tratar de evadir a la justicia colombiana. Según Poulos, la decisión de no entregarse a las autoridades se basó en una percepción de corrupción y falta de justicia en Colombia, además del temor a represalias por parte de individuos peligrosos con los que Valentina supuestamente tenía vínculos.

Este caso ha vuelto a poner en el foco la violencia de género y el feminicidio en Colombia, generando un debate sobre la seguridad, la justicia y el tratamiento de casos de violencia contra las mujeres. La confesión de Poulos, aunque esclarecedora, deja abiertas muchas preguntas sobre las medidas que deben tomarse para prevenir tragedias similares en el futuro y cómo asegurar que se haga justicia de manera efectiva y transparente.
La sociedad colombiana, aún en shock por la brutalidad del crimen, espera ahora que el proceso judicial avance rápidamente hacia una condena que refleje la gravedad del acto cometido por Poulos. Este caso, emblemático por la crueldad y la cobardía de sus circunstancias, permanecerá en la memoria colectiva como un sombrío recordatorio de la violencia que aún enfrentan las mujeres en Colombia y en el mundo.