En un gesto que subraya la tensión actual entre el ámbito político colombiano y organismos internacionales, Humberto de la Calle, destacado senador y figura política en Colombia, ha enviado una carta abierta a Luis Almagro, Secretario General de la OEA, en respuesta a los recientes comunicados emitidos por la organización. En dichos comunicados, Almagro expresaba su apoyo al presidente Gustavo Petro, advirtiendo sobre posibles amenazas a su mandato constitucional y llamando al respeto por la autonomía judicial.
De la Calle, con una mezcla de sorpresa y disgusto, critica duramente las afirmaciones de Almagro, acusándolo de emitir juicios sin una base factual sólida y alejados de la realidad colombiana. En su carta, destaca la falta de verificación detrás de las declaraciones de Almagro, especialmente la acusación de intentos por desestabilizar la democracia colombiana y las supuestas amenazas contra el mandato del presidente Petro.
El senador argumenta que en Colombia, ninguna fuerza política o social se encuentra en la labor de subvertir el gobierno. Contrario a lo sugerido por Almagro, De la Calle asegura que no existe un movimiento golpista en el país, invitando al Secretario General a revisar no solo la situación actual, sino también la historia democrática de Colombia. Resalta, además, la necesidad de que la OEA y su Secretario General adopten un enfoque más equilibrado y fundamentado en una comprensión profunda del contexto colombiano.
En un llamado a la reparación del «grave daño» causado por las declaraciones de Almagro, De la Calle propone la realización de un foro amplio que incluya todas las voces de la sociedad colombiana, incluido el gobierno. Este foro serviría como un espacio para el diálogo constructivo, permitiendo a la OEA contribuir efectivamente a la superación de los desafíos que enfrenta Colombia, en lugar de emitir juicios que, según el senador, distorsionan la realidad nacional.
La carta de Humberto de la Calle no solo es un reflejo de las complejidades del panorama político en Colombia, sino también un recordatorio de la importancia de la precisión y la responsabilidad en el discurso internacional. Su mensaje subraya el compromiso de Colombia con la democracia y la legalidad, instando a organismos como la OEA a desempeñar un papel más constructivo y basado en una comprensión cabal de las dinámicas internas del país.
