El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos promete transformar la dinámica de las relaciones entre Colombia y su principal aliado. Con una política exterior orientada a reducir la cooperación con América Latina y una postura más restrictiva en temas migratorios, el gobierno de Trump podría enfrentar a Colombia con nuevos desafíos en materia de seguridad, economía y gestión migratoria. La administración de Gustavo Petro, con una visión diferente sobre varios temas de interés bilateral, podría enfrentarse a roces y tensiones con el gobierno estadounidense en el corto plazo.

En temas migratorios, el endurecimiento de las políticas de Trump podría tener un impacto significativo en Colombia. Estados Unidos alberga a más de 1.6 millones de colombianos, una de las mayores diásporas de la región, de los cuales miles están en situación irregular. Bajo un enfoque de control fronterizo, Trump ha prometido nuevas restricciones, lo cual podría aumentar la presión sobre Colombia para fortalecer sus propias fronteras y gestionar los flujos migratorios de venezolanos y otros migrantes que atraviesan el país en su camino al norte. Esto supone un reto logístico y financiero para Colombia, que ya ha invertido en atender a los migrantes venezolanos y podría recibir menos recursos de cooperación en esta materia.

Por otro lado, el enfoque de Trump sobre el narcotráfico y los cultivos ilícitos podría generar fricciones. En 2024, el área sembrada con coca en Colombia creció un 10 % y la producción de cocaína aumentó un 53 %, lo cual seguramente atraerá la atención de la administración republicana. La estrategia de Petro para enfrentar el problema de las drogas, que ha enfatizado el desarrollo rural y la sustitución voluntaria de cultivos, podría no alinearse con las expectativas de Trump, quien podría exigir acciones más enérgicas, incluyendo la erradicación forzosa y el fortalecimiento de las operaciones militares en las zonas cocaleras.