El presidente Gustavo Petro ha generado controversia tras un evento en la Casa de Nariño, donde, a pesar de su compromiso con la libertad de prensa, arremetió contra periodistas y medios de comunicación. Durante su discurso, Petro cuestionó la existencia de una verdadera comunicación social en Colombia y acusó a los medios de reproducir mentiras para controlar la opinión pública.
Petro sostuvo que los medios del poder se dedican a difundir desinformación, comparando la situación actual con las tácticas de propaganda usadas por Joseph Goebbels durante el régimen nazi. En un tono enérgico, el presidente afirmó que la teoría de Goebbels de mentir repetidamente hasta que se crea como verdad se aplica en el contexto colombiano, sugiriendo que esta estrategia se sigue utilizando para dominar la sociedad.
La intervención de Petro se produjo en respuesta a las críticas de Pedro Vaca, relator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Vaca había subrayado que el respeto a la libertad de prensa debe empezar por el propio presidente, enfatizando la importancia de que los funcionarios públicos defiendan el debate público y la información veraz.
Vaca también elogió la iniciativa del gobierno para implementar una directiva sobre la libertad de expresión, señalando que esta debería ser un ejemplo a seguir. Sin embargo, el presidente Petro descalificó estas observaciones al señalar que los medios y las figuras públicas que critican al gobierno están promoviendo un tipo de comunicación que considera nociva para la sociedad.
El presidente Petro también hizo referencia a figuras históricas como Francisco Franco y Luis Companys, acusando a ciertos sectores de la prensa de seguir patrones de censura y represión similares a los del pasado. Su discurso refleja una creciente tensión entre el gobierno y los medios de comunicación, a pesar de los compromisos oficiales con la libertad de prensa.
Este enfrentamiento subraya una contradicción en la política de comunicación del gobierno, donde las promesas de respeto a la libertad de expresión coexisten con ataques directos a los medios que critican su gestión.