El aeropuerto José María Córdova de Rionegro recibió ayer un vuelo con 29 colombianos deportados por las autoridades panameñas. Los deportados, que intentaban cruzar la peligrosa selva del Darién en su ruta hacia Estados Unidos, tenían antecedentes criminales, lo que llevó a su repatriación bajo un nuevo acuerdo entre Panamá y Estados Unidos.
El vuelo, que inicialmente estaba destinado a Bogotá, aterrizó finalmente en Rionegro. Este tipo de vuelos se enmarca en un convenio por 6 millones de dólares, en el que Estados Unidos y Panamá colaboran para deportar a personas que intentan cruzar el Darién, independientemente de si tienen antecedentes judiciales o no.
Según la oficina de Migración que opera en Antioquia y Chocó, este tipo de vuelos con personas deportadas no es una novedad y se han venido realizando desde 2016. En los últimos años, el número de deportados que llegan al aeropuerto de Rionegro ha ido en aumento: en 2022 fueron 121 personas, en 2023 la cifra ascendió a 378, y en lo que va de 2024 ya se han recibido 365 deportados.
La migración a través del Darién sigue en aumento, con cifras alarmantes que indican que en 2022 cruzaron medio millón de personas, de las cuales el 20% eran niños. Este flujo migratorio ha generado crisis humanitarias en el Urabá antioqueño, donde los migrantes enfrentan situaciones de tráfico de personas, extorsiones, y otros crímenes.
Además, en municipios como Necoclí, que es un punto clave en la ruta hacia el norte, se ha registrado un aumento en la población de habitantes de calle, compuesta en parte por migrantes que, al desistir de su travesía, se quedan deambulando sin recursos en la región. Según cifras locales, Necoclí recibe diariamente a unos 500 migrantes de diferentes países, exacerbando una situación ya de por sí complicada para las autoridades locales.
