En mayo, la inflación anualizada se mantuvo en un preocupante 7,16%, el mismo nivel reportado en abril, según los datos más recientes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). A pesar de los esfuerzos del Banco de la República para controlar el incremento de los precios y alcanzar su meta del 3%, la inflación se resiste a ceder, afectando de manera significativa a los hogares colombianos.
Piedad Urdinola, directora del Dane, indicó que en el último año las mayores variaciones en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se presentaron en sectores como la educación, que aumentó un 11,42%, seguido por restaurantes y hoteles con un 9,76%, y los servicios de alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles con un 9,14%. El transporte y las bebidas alcohólicas y tabaco también mostraron incrementos significativos, con variaciones del 9,07% y 8,59%, respectivamente.
Por otro lado, algunos sectores registraron aumentos menores al promedio nacional de 7,16%. La salud aumentó un 6,67%, bienes y servicios diversos un 5,40%, y alimentos y bebidas no alcohólicas un 4,40%. Otros rubros como prendas de vestir y calzado subieron un 3,34%, mientras que muebles y artículos para el hogar tuvieron un incremento del 3,26%. La recreación y cultura apenas subieron un 1,98%, y el sector de información y comunicación incluso presentó una disminución del -0,19%.

Las ciudades más afectadas por el alza de precios fueron Valledupar, Sincelejo y Riohacha, con inflaciones anualizadas del 9,01%, 8,48% y 8,29%, respectivamente. En contraste, Villavicencio, Popayán y Neiva registraron las menores variaciones del IPC anualizado, con tasas del 5,45%, 5,79% y 6,11%. Medellín también reportó una inflación inferior al promedio nacional, con un 7,03%.
El Banco de la República ha reconocido que las tasas de interés altas son una medida necesaria para controlar la inflación. Sin embargo, la persistencia de los precios elevados indica que se necesita cautela y probablemente se requerirán más acciones para estabilizar la economía. Mientras tanto, los colombianos siguen sintiendo el impacto de estos incrementos en su vida diaria, especialmente en servicios esenciales como la educación y el transporte.