El Ministerio de Salud de Colombia ha desatado una ola de controversia con la publicación de un nuevo borrador para el Manual Tarifario de servicios de salud, especialmente dirigido a la atención de víctimas de accidentes de tránsito, desastres naturales, atentados terroristas y otros eventos catastróficos. Este manual, que busca actualizar las tarifas que no se habían revisado desde 2001, ha sido criticado por no incluir en su elaboración a las agremiaciones médicas.
Según el borrador del decreto, el nuevo tarifario tiene el propósito de «establecer el sistema de tarifas y sustituir el Manual de Régimen Tarifario para la atención médica, quirúrgica y hospitalaria» en situaciones específicas. Este incluiría los costos de procedimientos de salud relacionados con los honorarios de los profesionales de salud, uso de insumos y equipos necesarios para la práctica clínica.
No obstante, varias asociaciones médicas han expresado su descontento y preocupación, denunciando que el proceso de actualización se ha llevado a cabo sin su participación directa. Agamenón Quintero, presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (ACSC), señaló la falta de respuesta a múltiples derechos de petición dirigidos al Ministerio, enfatizando la urgencia de actualizar el manual que aún opera con cifras establecidas desde la época del Seguro Social.
El congresista Andrés Forero también ha intervenido, sugiriendo que la omisión del input médico en la construcción del tarifario podría ser vista como una represalia por la participación del gremio en manifestaciones recientes. Este ambiente tenso subraya el descontento generalizado en el sector salud, ya afectado por problemas de desfinanciamiento y crisis estructural.
Este escenario pone de manifiesto la complejidad y las tensiones que existen entre los profesionales de la salud y las autoridades gubernamentales. La actualización del Manual Tarifario es vista como necesaria para la adecuada compensación del talento humano en salud, pero la falta de inclusión en el proceso ha generado un clima de desconfianza y frustración entre los médicos y otras partes interesadas.