En una declaración que ha sorprendido y generado polémica a nivel nacional, el presidente Gustavo Petro anunció la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Esta decisión contrasta marcadamente con sus declaraciones previas, en las cuales se comprometió, en varias ocasiones, a no adoptar este mecanismo. La más notable de estas promesas se registró en 2018, cuando, en un gesto simbólico de compromiso, Petro grabó en mármol su promesa de no convocar a una constituyente durante la campaña presidencial.
El viernes 15 de marzo de 2024, en un encuentro en Cali con la minga indígena y otros sectores de la sociedad, Petro justificó su cambio de postura alegando que si el actual sistema y la Constitución de Colombia impiden aplicar las reformas necesarias, es imperativo para el país dirigirse hacia una Asamblea Nacional Constituyente. Esta declaración ha reavivado el debate sobre la coherencia entre las promesas de campaña del presidente y sus acciones una vez en el poder, especialmente dado su énfasis previo en la suficiencia de la Constitución de 1991 para realizar los cambios deseados sin necesidad de una asamblea.
Durante las campañas presidenciales de 2018 y 2022, Petro enfatizó su compromiso con la Constitución del ’91, asegurando que esta le brindaba el marco necesario para implementar sus propuestas de cambio sin recurrir a una asamblea constituyente. Incluso rechazó la idea de que su elección podría interpretarse como el ascenso de un «dictador de izquierda», asegurando que su programa de gobierno no contemplaba la convocatoria a una constituyente. Estas posturas se mantuvieron firmes hasta poco antes de las elecciones presidenciales de 2022, donde en debates y entrevistas, Petro reiteró su intención de no buscar una constituyente ni una reelección.
La reciente declaración de Petro no solo ha provocado un debate sobre la integridad de sus promesas de campaña, sino también sobre las implicaciones de una Asamblea Nacional Constituyente en el actual contexto político de Colombia, marcado por tensiones y desafíos para sus propuestas de reforma. La incertidumbre sobre cómo y cuándo se llevaría a cabo esta asamblea añade complejidad al panorama político, generando especulaciones sobre el futuro de las reformas gubernamentales y el impacto en el marco legal y social del país.
Esta vuelta de tuerca en la estrategia política de Petro ha sorprendido a propios y extraños, dejando en evidencia la compleja dinámica entre las promesas electorales y las decisiones de gobierno. A medida que el debate se intensifica, la ciudadanía colombiana se encuentra a la expectativa de los próximos pasos del presidente, en un momento en que las promesas grabadas en mármol parecen haber sido dejadas de lado.