En un movimiento que está siendo descrito como un acto de desafío y estrategia política, el Gobierno de Gustavo Petro, a través de la senadora Martha Peralta, ha delineado un plan audaz para salvar la reforma a la salud, la cual se encuentra en el limbo tras la firma de una ponencia de archivo por parte de ocho senadores de la Comisión Séptima. Esta maniobra, considerada por muchos como una batalla cuesta arriba, refleja la determinación del ejecutivo de no ceder terreno en una de sus propuestas más emblemáticas.
La senadora Peralta, en un gesto de resistencia frente a las adversidades, ha afirmado que la reforma aún respira y no será considerada hundida hasta que la Comisión Séptima no debata y vote sobre ella. Este posicionamiento representa no solo un reto a la oposición sino también un llamado a la acción para los aliados del gobierno, en un esfuerzo por encontrar una salida viable que permita avanzar la iniciativa.
La estrategia incluye la presentación de una ponencia alternativa que busque recoger las inquietudes tanto de los críticos como de aquellos aún indecisos respecto al proyecto. Además, se prevé la realización de una mesa técnica con el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Salud para evaluar el impacto fiscal de la reforma, una medida que pretende transparentar las implicaciones económicas de la propuesta y generar un mayor consenso.
En medio de este contexto de tensión política, el presidente Petro ha sido enfático en su postura de no retirar el proyecto, argumentando las graves consecuencias que, a su juicio, acarrearía mantener el sistema de salud actual. Según el mandatario, la inviabilidad del sistema, marcada por el incumplimiento de las EPS y la pérdida de significativos recursos financieros, justifica la urgencia y necesidad de una reforma profunda que asegure un futuro sostenible para la salud de los colombianos.
Este capítulo en la historia política de Colombia se presenta como un claro ejemplo de las complejas dinámicas de poder y las apuestas arriesgadas que caracterizan los esfuerzos de reforma. Con el reloj en contra, el gobierno y sus opositores se preparan para una confrontación que podría definir no solo el futuro de la salud pública en el país sino también el legado político de la actual administración.