En un preocupante indicio de la creciente inseguridad en Medellín, un escolta del expresidente Álvaro Uribe fue despojado de su arma de dotación en un audaz atraco. El incidente, que se suma a una serie de robos recientes en la ciudad, tuvo lugar en el sur de Medellín, específicamente en el sector La Frontera, una zona que limita entre El Poblado de Medellín y el municipio de Envigado. La víctima, que se encontraba en cumplimiento de sus deberes al momento del suceso, fue abordada por delincuentes motorizados quienes le arrebataron su arma, proveedor y cartucho.
La Unidad Nacional de Protección (UNP) confirmó el hecho a través de su cuenta en X, poniendo de manifiesto la gravedad de la situación y el riesgo al que están expuestos incluso los miembros de las fuerzas de seguridad. El escolta, afortunadamente, no sufrió daños físicos, pero el robo de un arma oficial es un grave motivo de preocupación por las posibles implicaciones en términos de seguridad ciudadana.
Este incidente no es un caso aislado. Recientemente, un restaurante al occidente de Medellín también fue escenario de un robo violento, con disparos que sembraron el pánico entre los comensales. La rápida acción de la comunidad logró detener a uno de los asaltantes, pero estos episodios resaltan una tendencia alarmante en la ciudad.
La Alcaldía de Medellín y la Policía Metropolitana han intensificado sus esfuerzos en respuesta a esta ola de criminalidad, con la captura de 2.829 personas en flagrancia durante los últimos 60 días, la mayoría por hurto. Además, se han incautado 123 armas de fuego y recuperado un significativo número de vehículos y motocicletas. Sin embargo, estos esfuerzos parecen ser solo un paliativo frente a un problema de mayor envergadura que requiere soluciones integrales y la cooperación de toda la sociedad.
Este último robo, involucrando a un personal de seguridad del expresidente Uribe, subraya la urgencia de reforzar las estrategias de seguridad en Medellín. La inseguridad no solo afecta a los ciudadanos en su vida cotidiana, sino que también pone en riesgo a aquellos cuya labor es precisamente proteger a los demás. La comunidad de Medellín, junto con las autoridades locales y nacionales, debe buscar soluciones conjuntas para enfrentar este desafío y restablecer la tranquilidad en las calles de la ciudad.
