En un reciente discurso dirigido a medios alternativos, el presidente Gustavo Petro abordó nuevamente el tema de un presunto plan para desplazarlo del poder, pero negó haber acusado directamente a Efraín Cepeda de estar involucrado en un golpe de Estado. Las palabras de Petro, que insinuaron que Cepeda podría beneficiarse de una posible destitución presidencial, provocaron una inmediata y firme respuesta por parte del presidente del Senado y del Partido Conservador.
En su intervención, Petro reiteró su preocupación por las maniobras que, según él, buscan generar un proceso de destitución en su contra. El presidente enfatizó que si tal destitución ocurriera, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, sería quien asumiría la Presidencia interina, de acuerdo con la ley. “En ninguna parte acusé a Cepeda de un golpe de Estado. Lo que dije es que, si la destitución del presidente y vicepresidenta se realizara, el presidente del Senado asumiría la Presidencia”, afirmó Petro.
Cepeda, por su parte, respondió con contundencia a las insinuaciones del presidente. En un comunicado, el presidente del Senado rechazó las acusaciones implícitas y subrayó la integridad del Congreso. “Acá no jugamos con la democracia. Usted debe terminar su periodo y los colombianos con su voto decidir qué rumbo quieren para el país después de usted”, enfatizó Cepeda. El senador conservador cuestionó la visión del presidente sobre el Congreso y subrayó que la institucionalidad no debe ser debilitada por especulaciones infundadas.
El Partido Conservador también salió al paso de las declaraciones de Petro, tildando las acusaciones de temerarias y desproporcionadas. En un trino, la colectividad expresó que tales afirmaciones no contribuyen al bienestar del país y son inconsistentes con el discurso presidencial sobre buscar un acuerdo nacional. La respuesta del partido refleja una creciente tensión en el ámbito político, donde la oposición ha manifestado su preocupación por la estabilidad de las instituciones democráticas.
El cruce de declaraciones entre Petro y Cepeda pone de relieve la profunda polarización política en Colombia, especialmente en un contexto marcado por debates cruciales sobre el presupuesto y las reformas propuestas. Mientras tanto, el gobierno continúa enfrentando desafíos legislativos significativos y la necesidad de consolidar su agenda política en un entorno cada vez más confrontacional.
