Este miércoles, alrededor de las 2:30 de la tarde, las puertas de la cárcel La Picota de Bogotá se abrieron para Salvatore Mancuso Gómez, exjefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), quien ha cumplido 18 años de prisión. Mancuso, responsable de miles de masacres y otras atrocidades durante los años 90 y principios del nuevo milenio, fue deportado desde Estados Unidos y cumplía su condena en Colombia.
El teniente coronel Rolando Ramírez, director encargado del Inpec, explicó que un equipo jurídico revisó los procesos pendientes y confirmó que no había requerimientos adicionales que impidieran la liberación de Mancuso. “El establecimiento La Picota nos confirma que no hay requerimientos pendientes. Luego de revisados los procesos jurídicos y no encontrar alguna decisión que permita tenerlo privado de la libertad, el señor Salvatore Mancuso quedará en libertad”, afirmó Ramírez.
La libertad de Mancuso ha generado reacciones encontradas, especialmente entre las víctimas de sus crímenes. Rosa Nidia Quintero, cuya hermana Floreria Quintero fue asesinada en 1999, expresó su dolor y rechazo: “A ninguna de las víctimas nos gusta que él salga en libertad, pero ya sabemos que en este país los victimarios están libres. Aquí en Colombia no hay justicia. Contamos con la justicia divina”.
Salvatore Mancuso fue uno de los líderes más poderosos de las Auc, responsable de masacres emblemáticas como las de El Aro, Ituango, El Salado, Macayepo y La Gabarra. Además, fue una figura central en la parapolítica, colaborando con numerosos políticos y altos mandos militares para establecer el dominio paramilitar en varias regiones del país.

Extraditado a Estados Unidos en 2008, Mancuso fue condenado a 15 años de prisión por delitos de narcotráfico. Regresó a Colombia en febrero de este año y, tras cumplir con las penas impuestas en el proceso de Justicia y Paz, recibió su boleta de libertad. Según cifras de la Fiscalía General de la Nación, Mancuso ha sido identificado como responsable de más de 24,000 delitos, incluyendo homicidios, desplazamientos forzados, desapariciones y violencia de género.
En agosto del año pasado, el presidente Gustavo Petro nombró a Mancuso gestor de paz, encargándole contribuir al diseño de programas de desarme colectivo de grupos ilegales. Aunque su figura como gestor de paz aún no está claramente definida, se espera que Mancuso juegue un papel en los esfuerzos de pacificación del país.
Las víctimas y la sociedad en general observan con atención y expectativa los próximos pasos de Mancuso, esperando que continúe colaborando con la justicia y la reparación de los daños causados.