En una decisión que ha generado un amplio debate, 27 prestigiosos colegios de Bogotá, agrupados en la Unión de Colegios Internacionales de Bogotá (Uncoli), han optado por prohibir el uso de celulares durante la jornada escolar y en las rutas de transporte, como un esfuerzo por mejorar el ambiente académico y el bienestar de los estudiantes. Esta medida, según los directivos de Uncoli, pretende ofrecer a los estudiantes un descanso necesario de la constante conexión digital y sus posibles efectos adversos.
El presidente de la junta directiva de Uncoli y rector del colegio Los Nogales, Camilo Camargo, ha expresado que la medida busca combatir la dispersión y los problemas de salud mental asociados al uso excesivo de dispositivos móviles. «Nuestro comunicado ‘Desconectar para conectar’ refleja el objetivo de mejorar la interacción social y el rendimiento académico al reducir las distracciones digitales», indicó Camargo.
Sin embargo, esta iniciativa no ha sido bien recibida por todos. Expertos en educación y tecnología han levantado críticas sobre la efectividad y la aproximación de la prohibición. Wilson Bolívar, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, ha calificado la prohibición como ineficaz y ha abogado por una estrategia que fomente un uso responsable y educativo de la tecnología en lugar de su eliminación completa. «El enfoque debería ser educativo y regulatorio, más que prohibitivo. Necesitamos enseñar a nuestros estudiantes a manejar la tecnología de manera que potencie su aprendizaje», afirmó Bolívar.

La discusión se extiende también a Medellín, donde aún no se ha adoptado una medida similar de manera colectiva. Sin embargo, algunos colegios como el Marymount ya tienen políticas establecidas que regulan el uso de dispositivos móviles según el nivel educativo. «En nuestro colegio, los estudiantes de Preescolar a 8° tienen prohibido el uso de celulares, mientras que de 9° a 11° es permitido bajo ciertas condiciones», explicó una vocera del Colegio Marymount.
El debate sobre la presencia de celulares en las aulas no es nuevo, pero la decisión de estos colegios en Bogotá revive la conversación sobre cómo la tecnología debe ser integrada en el entorno educativo. Mientras algunos ven la prohibición como un paso necesario para preservar la calidad de la educación y el bienestar estudiantil, otros critican la medida por su posible falta de fundamento en evidencia sólida y su enfoque restrictivo. El tiempo dirá si esta política se extenderá a otras ciudades o si prevalecerá la tendencia hacia un enfoque más integrador y educativo del uso de tecnología en las escuelas.