En un movimiento que sacudió el panorama político y económico del país, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, presentó este miércoles 4 de diciembre su renuncia irrevocable. La decisión llega tras un explícito llamado del presidente Gustavo Petro, quien le solicitó apartarse del cargo en medio del escándalo de corrupción que salpica a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), caso que involucra a altos funcionarios del actual gobierno.
La renuncia de Bonilla, un economista de trayectoria que asumió la cartera en abril de 2023, se oficializó a través de una carta en la que reiteró su inocencia y anunció que enfrentará las acusaciones como ciudadano. “Me retiro con la frente en alto, confiado en demostrar que no compré silencios ni votos, y que no cometí delito alguno en provecho personal”, aseguró el ahora exministro, mientras defendió la estabilidad fiscal del país bajo su gestión.
La salida de Bonilla marca un duro golpe para la administración Petro, en un momento en el que se enfrenta a múltiples desafíos financieros. La crisis de presupuesto, los bajos niveles de ejecución en los ministerios y las dificultades para aprobar la Ley de Financiamiento han puesto al gobierno contra las cuerdas. En un mensaje publicado en X (antes Twitter), el presidente insinuó que el mayor error de Bonilla fue confiar en funcionarios “heredados del uribismo”, a quienes señaló de obstruir las políticas de su administración.
El caso UNGRD, que desató esta tormenta política, implica presuntos manejos irregulares de contratos por más de 92.000 millones de pesos. Aunque Bonilla no ha sido imputado formalmente, el escándalo amenaza con empañar la recta final del mandato de Petro. La Fiscalía avanza en las investigaciones, mientras que el Congreso está bajo la lupa por el manejo de cupos indicativos y posibles negociaciones ilícitas entre legisladores y el gobierno.
La renuncia de Ricardo Bonilla expone una fractura profunda en la administración de Gustavo Petro, que parece incapaz de sostener la estabilidad de su equipo de gobierno ante los continuos escándalos. Sin un líder sólido al frente de Hacienda, el gobierno queda en una posición de extrema vulnerabilidad para enfrentar las críticas del sector empresarial y las dificultades en el Congreso. La situación refuerza la percepción de que la administración Petro carece de cohesión y estrategia, algo alarmante a tan solo dos años de concluir su mandato.