El presidente Gustavo Petro firmó una resolución que revoca la condición de gestores de paz a siete miembros de las disidencias de las FARC que obedecen a Iván Mordisco. La decisión se tomó el pasado 22 de noviembre y obedece a que esta facción se encuentra fuera de las conversaciones del Gobierno en el marco de la política de paz total. Este movimiento refuerza la postura del Ejecutivo de no dialogar con estructuras armadas que no muestren voluntad clara de cesar sus actividades criminales.
Los disidentes afectados son Jeisson Ferney Lasso, Euser Motta Meneses, Jhon Maro Ortiz Camayo, Faber García Guzmán, John Janier Trochez y Leidy Tatiana Rojas. Estos habían sido nombrados gestores en mayo de 2023, cuando las conversaciones con el Estado Mayor Central de las FARC aún no habían sufrido la fractura que llevó a la separación de los bloques liderados por Iván Mordisco y alias Calarcá. Desde marzo de 2024, la facción de Mordisco rompió diálogos, lo que llevó a su exclusión del proceso.
El alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, acompañó la decisión con una carta en la que se señala que la afiliación de los disidentes revocados no está claramente delimitada. Aunque Mordisco ha manifestado recientemente su intención de retomar los diálogos, el Gobierno ha exigido como condición básica un cese al fuego unilateral y el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario.
Mientras tanto, las conversaciones continúan con las disidencias lideradas por alias Calarcá, que tienen presencia en regiones como Putumayo, Catatumbo y Magdalena Medio. El Gobierno ha señalado que cualquier intento de diálogo con otras facciones debe partir de acciones verificables que demuestren su compromiso con la paz y la protección de las comunidades afectadas por el conflicto.
Este episodio pone en evidencia los retos de la paz total. El fraccionamiento de las disidencias, sumado a la falta de unidad en sus acciones y compromisos, representa un desafío para avanzar hacia acuerdos duraderos. El Gobierno enfrenta el reto de equilibrar su disposición al diálogo con la firmeza para no ceder ante quienes usan la negociación como un mecanismo de presión sin voluntad genuina de abandonar la violencia.