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Regresan a su hábitat natural 162 tortugas rescatadas del tráfico de fauna en Medellín

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En una significativa acción de conservación, las autoridades ambientales devolvieron a su hábitat natural a 162 tortugas brasileras, también conocidas como tortugas de río, que fueron rescatadas del tráfico ilegal de fauna hace más de cinco años en el Valle de Aburrá. La liberación se llevó a cabo en una reserva natural del departamento del Meta, tras un largo proceso de recuperación y rehabilitación.

El operativo fue liderado por funcionarios del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y Cormacarena, quienes transportaron a las tortugas más de 750 kilómetros desde Medellín hasta la Reserva Natural Yurumí, en el municipio de Puerto López. Andrés Gómez Higuita, supervisor del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre (CAVR), destacó la importancia de esta liberación para restablecer el equilibrio biológico y ecológico en su hábitat.

La elección del lugar para la liberación no fue casual. Hans Guayacán, médico veterinario y zootecnista de Cormacarena, explicó que la reserva cuenta con lagunas y un río, lo cual proporciona un entorno óptimo para las tortugas. Este esfuerzo conjunto no solo busca reintegrar a las tortugas en su medio natural, sino también sensibilizar a la población sobre la importancia de proteger a las especies silvestres.

Las tortugas brasileras están incluidas en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), catalogadas como vulnerables. Estas tortugas juegan un papel crucial en los ecosistemas, ayudando a regular y preservar el equilibrio ambiental al consumir y dispersar semillas, lo cual favorece la propagación de diversas plantas. Además, tienen un significado cultural y sustento para las comunidades indígenas.

Las entidades ambientales han aprovechado esta liberación para hacer un llamado a la ciudadanía, instando a proteger y respetar la fauna silvestre. La conservación de especies como la tortuga brasilera no solo es vital para la biodiversidad, sino también para el bienestar de los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos.

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