Vladimir Putin ha sido reelegido presidente de Rusia, asegurando un quinto mandato que lo mantendrá en el poder hasta el año 2030. Con más del 87% de los votos según los primeros sondeos a pie de urna, su victoria se concretó tras tres días de votación en un proceso electoral sin presencia de opositores significativos. Este triunfo consolida aún más su prolongada permanencia en la cúpula del poder ruso, en unas elecciones que se realizaron desde el 15 hasta el 17 de marzo de 2024.
La Comisión Electoral Central (CEC) de Rusia reportó una participación ciudadana del 73,33%, aproximándose al récord histórico de 74,66% establecido en 1991, todavía pendiente de confirmación final. El proceso electoral permitió varias modalidades de votación, incluyendo la tradicional papeleta en papel, así como opciones electrónicas tanto en terminales específicos como por internet, facilitando la participación de los aproximadamente 112 millones de electores convocados.
La jornada electoral se extendió a lo largo de los once husos horarios del extenso territorio ruso, empezando en el extremo oriente del país y concluyendo en la región de Kaliningrado, el punto más occidental de Rusia. Este nuevo mandato de Putin, quien ha dominado la política rusa desde finales de la década de 1990, sigue sus anteriores periodos como presidente y primer ministro, estableciendo un precedente de estabilidad y continuidad en el liderazgo del país.
Este resultado ha sido anticipado por analistas y observadores internacionales, quienes han señalado la ausencia de competencia electoral significativa y las restricciones a la oposición. El dominio de Putin en las elecciones refleja tanto su control sobre el aparato político y mediático del país como el apoyo popular que ha sabido mantener a lo largo de los años, a pesar de las críticas y las sanciones internacionales que enfrenta Rusia bajo su gobierno.
Mientras Putin celebra su victoria, la comunidad internacional observa atentamente las implicaciones de su prolongada permanencia en el poder para las relaciones internacionales, la seguridad global y la situación de los derechos humanos en Rusia. Este nuevo mandato abre un capítulo más en la era de Putin, cuyo liderazgo continuará modelando el destino de Rusia en la década por venir.
