El Ministerio del Deporte enfrenta una posible crisis sin precedentes tras la no aprobación de la Ley de Financiamiento 2025 en el Congreso. De confirmarse las proyecciones, el presupuesto de la cartera pasaría de $1,3 billones en 2024 a apenas $69.000 millones en 2025, lo que representa una drástica reducción del 94,6 %. Este recorte histórico dejaría sin recursos al 95 % de los programas y proyectos que promueven el deporte, la recreación y la actividad física en el país.
Entre los sectores más golpeados se encuentran los eventos deportivos nacionales e internacionales, el control al dopaje, la infraestructura de alto rendimiento y programas de inclusión social que benefician a comunidades vulnerables. Incluso competencias internacionales como los Juegos Centroamericanos y del Caribe Escolares 2025 y los Juegos Parasuramericanos 2026 podrían quedar sin financiación.
Impacto en las regiones y los atletas
El Sistema Nacional del Deporte, clave para articular esfuerzos entre el gobierno y los entes territoriales, sería prácticamente desmantelado. Programas que promueven el deporte escolar y el apoyo a atletas olímpicos y paralímpicos apenas recibirían recursos para garantizar actividades básicas. Adicionalmente, la reducción afectaría proyectos de infraestructura recreo-deportiva, esenciales para comunidades en zonas de conflicto y regiones apartadas.
El Ministerio advierte que el derecho al deporte, consagrado en el artículo 52 de la Constitución, quedaría gravemente limitado, afectando no solo a los deportistas de élite, sino también a millones de colombianos que se benefician de programas recreativos y de inclusión social.
Un golpe al tejido social y la proyección internacional
Más allá del impacto económico, este recorte pone en riesgo la proyección internacional de Colombia como potencia deportiva. Logros históricos en escenarios como los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales de atletismo o ciclismo están construidos sobre la base de un sistema de apoyo integral que ahora podría desaparecer.
La drástica reducción presupuestal evidencia la incapacidad del Gobierno para gestionar las prioridades nacionales. Mientras el gasto en burocracia y funcionamiento sigue disparado, el deporte, una herramienta clave para la cohesión social y el desarrollo integral, es relegado a un segundo plano. Este recorte no solo afecta a los atletas y sus familias, sino que debilita el tejido social y la capacidad del país para destacarse en la arena internacional.
En un momento en que Colombia necesita consolidar su liderazgo regional y generar oportunidades para su juventud, sacrificar el deporte en aras de una crisis fiscal mal manejada es una decisión que podría costar caro en el futuro.